domingo, 31 de agosto de 2008

los perros más caros del mundo

Beijing, 22.11.05


Iba andando por los hútòngs de Bĕijīng y de repente he oído un ladrido… uno de esos agudos que se oyen de vez en cuando pero que a todo el mundo le cuesta identificar de dónde provienen. El chillido se ha colado dentro de mí y he tenido que dar media vuelta y mirar al suelo un buen rato para saber que acababa de pisar un perro enano.

La verdad es que sólo me sabe mal por el animal, pero me hace gracia (por mucha pena que me dé que tenga que ser así) que acabe de pisar uno de los gastos mensuales de la señora que permanece estática mirándome con furia desde el otro extremo de la correa. ¡Y es que los perros de las ciudades chinas pagan impuestos! ¿Por qué? Para desanimar a que la gente los tenga. ¿Por qué? Porque no hay espacio para personas y para perros (los perros tienen que ser pequeños o miniatura por ley).

Todo esto suena a broma, a lo que a mí me sigue sonando. Además, sabiendo que cuando empezó esta ley, los propietarios de perros tenían que pagar 5000 RMB cada año en impuestos de este tipo, me suena a una de las mejores excusas del gobierno para recoger algunos fondos de más.

Sin embargo, dejadme poner esta cifra en perspectiva. Escolarizar a un niño del campo cuesta 1000 RMB al año, por supuesto dejando de lado lo que pueda sumar el alojamiento, la comida, etc. Otro ejemplo, tener un segundo hijo en las ciudades supone una multa que oscila alrededor de los 50000 RMB y esta penalización económica, entre otros factores, ha sido crucial en el éxito de la ley que controla el exceso de población. Es decir, con lo que se paga de un perro de diez años se paga también un segundo hijo. Por lo tanto, esta cantidad es mucho dinero.

“Pobre chucho” pienso mirando al perro de oro, pero lo hecho, hecho está. Igualmente, hecho está el llamamiento del gobierno de Mao Zedong para aumentar la población de china durante su mandato. ¡Y ahora ni el perro, ni la señora, ni yo cabemos!

El señor que una vez lideró este macro-país y cuyo cuerpo ahora yace en público en Tian’anmen (Cabe decir, que todos los demás cadáveres de las ciudades chinas se creman por falta de espacio. El suyo es históricamente relevante.) tenía ciega fe en el poder de la masa. Esto es no sólo en cuanto a la revolución del pueblo una vez sometido por la burguesía sino también en tanto que la capacidad de China de convertirse en una potencia mundial radica en su número de habitantes siempre que esta población este bien alimentada. Por lo tanto, el Presidente espoleó la producción de arroz así como la natalidad y la gente le siguió. ¡Qué líder!

De modo que en los años sesenta y setenta, la tasa de natalidad china incrementó en lo que parecía un ritmo sin límite. Sobretodo, alrededor de 1979 cuando la población superó el billón de habitantes y pasó a ser un cuarto de la población mundial, los líderes se empezaron a preocupar. El plan había dado resultado, pero tal crecimiento era y es insostenible ya que a esta locura demográfica se le añadió la previa crisis causada por la Revolución Cultural y el Great Leap Forward.

Todo apuntaba a que el crecimiento no iba a parar, ante todo porque dos tercios (repito: ¡dos tercios!) de la población era menor de treinta años, y por lo tanto fértil (más fértil que la tierra del norte en la que el gobierno insistía en talar bosques con la intención de sembrar y producir arroz en un clima donde es imposible que crezca.) Un desastre ecológico, demográfico, ahora social.

En definitiva, cambio de planes: mejor será decir que ahora toca no tener hijos. Entonces, Deng Xiaoping, salvando la reputación del Maestro, cambió la táctica a través de la aprobación de una ley que pretende controlar el número de nacidos por familia.

Lo que se cuenta en el extranjero es que sólo se puede tener un hijo, y esto es cierto para los pertenecientes a la raza Hàn que viven en las ciudades. Esta etnia constituye el 90% de la población china, pero sólo el 35% de la población total china vive en las ciudades. Las minorías étnicas pueden tener hasta dos hijos, por razones culturales, tanto en el campo como en las ciudades. Algunas hasta tres. Además, en el campo, si se tiene una hija, se puede tener un segundo hijo (con la intención de que sea barón y así transmita el linaje, trabaje en el campo, prevenir el infanticidio femenino, etc.).

¿Funciona este sistema? En veintiséis años, la población ha pasado de componer un cuarto de la mundial a aproximadamente un quinto (aunque también es pertinente tener en cuenta el auge de India, que no tiene ninguna ley de estas características). Pero, aun así, desde entonces han nacido – y censados – 269, 000,000 bebés (casi siete veces España).

A muchos niños y sobretodo, niñas no los censan por las multas que acompañan la infracción de dicha Ley. Sin embargo, también hay incentivos positivos. El gobierno ha llegado a ‘garantizar’ pensiones en algunos lugares, aunque poca gente ha confiado en esto. Las campañas de anticonceptivos han sido y son abrumadoras (el 87% de mujeres casadas fecundas utilizan preservativos, frente a un 33% que es la media de las “mismas” mujeres en países en desarrollo).

Pero, si este método no diera resultado… ¿se obliga a abortar? Hay historias horrorosas, sobretodo en cuanto al infanticidio de niñas, pero actualmente, de entre las mujeres chinas casadas, el 25% ha sufrido uno o más abortos. ¿Es el gobierno el culpable de tal cifra o el hecho de que el aborto sea forzado por alguien es un mito? Por respeto a los escasos posibles casos en que se obligue a esta medida yo respondería con decir que en Estados Unidos, el 42% de las mujeres casadas ha sufrido uno o más abortos (dejando de lado temas culturales).

Por cierto, hablando de temas culturales, la edad permitida legalmente para contraer matrimonio es de 22 años para las mujeres y 24 años para los hombres. De este modo, se demora considerablemente la concepción de niños. Además, si se tiene más de un hijo debe ser con al menos cinco años de diferencia con el primero (aunque poca gente sigue esta norma).

Prometo no pisar ningún perro más, pues ya veis lo que desencadena.

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