domingo, 30 de agosto de 2009

Tierra de Arrozales

Entre Guilin y Kunming, 07.08.09

Creo que tú comprenderás.

Imagínate la sensación de llegar a un pueblo recóndito; saltar al cauce de su río, empaparse de sus paisajes, colores y olores para desvanecer al poco tiempo.

Imagínate la gratitud de ser acogido tan cálidamente por personas aparentemente lejanas en físico y cultura.

Y, mientras lees, no dejes de pensar en la curiosidad que engendra mi ser analfabeto en ese lugar, ya no tan extraño. Soy ignorante de su dominio de la naturaleza, de su dialecto...

Pero como cada uno cuadra en su marco, les arranco una sonrisa y confirmo, una vez más, que cada uno no es más que una pieza de su ambiente.

El Hombre es aquí, pues, un elemento de la Naturaleza:

Las montañas posan tras un velo húmedo - sus sinuosas curvas delineadas a la perfección por el paso del Hombre. Una raza que se difumina deliciosamente en esta tierra para pasar a formar parte del paisaje:

Sus manos del bello color de la tierra que labran.

Su cara con esa película fina del vaho más emanente.

Su sombrero triangulado como las pirámides de paja que protegen sus cosechas.

Y mientras le observo, Él siempre pasea camarada de su ganado al margen del tiempo, al filo del arrozal.