martes, 8 de septiembre de 2009

Chinese ODI: half step by half step

Although China itself is the greatest destination for Foreign Direct Investment and although China has access to a domestic market with a rapidly growing middle class the size of Europe, Chinese entrepreneurs hold no hesitation when it comes to finding good reasons to invest abroad. Foreign countries provide Chinese Investors with the opportunity to secure natural resources while acquiring renowned brands, distribution networks, market shares, technologies and technical or managerial know-how.

In the past, the CCPC’s concerns, and consequent policies, about restraining outward flow of foreign currency and preventing the transfer of State-owned assets overseas, hindered investors from venturing abroad. Nevertheless, the Chinese are coming forth, slowly but securely.

In 1978, Deng Xiao Ping introduced “Open Door” policies and ever since, the process has followed several (very poetical) steps; namely “Testing the Waters”, from 1979 to 1991; “Finding the Stepping Stones”, from 1991 to 2002; and, last but never the least, “A Bridge is Built”, from 2002 to present time.

Since its access to the World Trade Organization in late 2001, China has introduced Going Global policies (走出去) with the purpose of optimizing its foreign exchange reserves while containing inflationary tendencies and brightening Chinese Investors’ outbound investment prospect. Such policies have – and will – certainly increase competitiveness of Chinese Investors worldwide.

In an attempt to achieve the aforementioned objectives, China has launched several policies in the past years. It has relaxed foreign exchange controls, made direct subsidies and government-run funds available and signed Bilateral Investment Treaties with major trading partners. And, what is more, the Chinese government has abolished the obligation to repatriate all foreign exchange benefits and relaxed its control on investment risk and economic and technical feasibility of projects.

In more specific terms, the government of the PRC introduced the Qualified Domestic Institutional Investor policy in 2006, thus allowing Chinese investment in foreign securities markets via fund management institutions approved by the China Securities Regulatory Commission. By way of illustration, thanks to this policy, on April 2008 the China Banking Regulatory Commission and the US Securities and Exchange Committee made it possible for Chinese individuals to invest in the US stock market.

Another body created for the purpose of enhancing investment is the China Investment Corporation, which serves as a sovereign investment fund with increasing autonomy. When created in 2007, its funds amounted to USD 200 billion and, at present time, have reached USD 300 billion – which, at the end of the day, translates into greater autonomy and decision-making power.

However, despite the aforementioned strides, Chinese Investors wishing to invest abroad still face multiple difficulties. Outbound investment project approval still takes an exceedingly lengthy amount of time – thus, impeding Chinese entrepreneurs to meet bidding deadlines abroad. Institutions are still controlling Foreign Exchange outflow as well as planning economic targets and quotas (via State Authority on Foreign Exchange and the National Development and Reform Commission, respectively).

In this regard, it is suggested that the Chinese State allow full convertibility of its currency and further simplify the process for outbound Investors. Although these measures may seem too demanding, it is, however, realistic to believe that they would encourage a greater number of business establishment from mainland China while dissuading Investors from using illegal methods to obtain foreign exchange.

domingo, 30 de agosto de 2009

Tierra de Arrozales

Entre Guilin y Kunming, 07.08.09

Creo que tú comprenderás.

Imagínate la sensación de llegar a un pueblo recóndito; saltar al cauce de su río, empaparse de sus paisajes, colores y olores para desvanecer al poco tiempo.

Imagínate la gratitud de ser acogido tan cálidamente por personas aparentemente lejanas en físico y cultura.

Y, mientras lees, no dejes de pensar en la curiosidad que engendra mi ser analfabeto en ese lugar, ya no tan extraño. Soy ignorante de su dominio de la naturaleza, de su dialecto...

Pero como cada uno cuadra en su marco, les arranco una sonrisa y confirmo, una vez más, que cada uno no es más que una pieza de su ambiente.

El Hombre es aquí, pues, un elemento de la Naturaleza:

Las montañas posan tras un velo húmedo - sus sinuosas curvas delineadas a la perfección por el paso del Hombre. Una raza que se difumina deliciosamente en esta tierra para pasar a formar parte del paisaje:

Sus manos del bello color de la tierra que labran.

Su cara con esa película fina del vaho más emanente.

Su sombrero triangulado como las pirámides de paja que protegen sus cosechas.

Y mientras le observo, Él siempre pasea camarada de su ganado al margen del tiempo, al filo del arrozal.

domingo, 29 de marzo de 2009

Que tengas un gran día

Barcelona, 29. 03. 09

A quien me regaló “Si su vida cotidiana le parece pobre, no se queje de ella; quéjese de usted mismo […] para los creadores no hay pobreza ni lugar indiferente”. A quienes nos aliñan las mañanas.

Famosa la conversación que desdicha la cotidianeidad; brota casi diariamente creando un recurrente déjà vu. Maldice las raíces idealizando las alas, para, sin embargo, anclar a uno en la paciencia y la tenacidad de sus proyectos.

Si las mañanas son importantes es porque marcan la predisposición de uno al cúmulo de acontecimientos que se le vayan a presentar durante ese día. Los hay de todas las tonalidades – tristes y alegres – pero no hay nada categóricamente como tal, sino una forma de interpretarlos que los adereza de tal modo que pueden percibirse como se quiera.

Acelero corriendo, escaleras abajo y oigo como, sin cesar, me llama el pitido del tren, combinado con el trote descoordinado de mis pies. Un día me caeré, siempre pienso. Y es que sin duda, ¿cuántos de los mismos pensamientos tenemos cada día? ¿cuántas de las mismas caras vemos día tras día, aún sin ser realmente las mismas personas?

Consigo entrar, la puerta se cierra tras de mí y sonrío desde la satisfacción y la suerte de no haber incurrido en el incidente que predecía. Pero lo más sorprendente es que quienes me acompañan en ese vagón me devuelven esa mueca, quebrando su hierática figura, como si fuera la primera que esbozan en su mañana: ¡señores, estrenen este nuevo día!

La música sigue sonando en nuestros oídos, cada uno en su mundo, compartiendo un espacio común pero, a su vez, sin atrever a invadir uno el del otro. Las miradas fijadas al horizonte esquivan las de otros para no establecer más contacto del que es de recibo.

El tren retiembla, las vías nos sacuden, el maquinista hace sus pinitos conduciendo y, finalmente, nos arriba a nuestro destino. Y, sin el más mínimo apego, los compañeros de viaje divergimos en nuestros caminos, con serios y grises rictus – que, si lo vas a mirar, no desentonan con el paisaje.

Pero al emerger al día soleado, esas caras permanecen adustas, frías e insensibles: eso sí contrasta con el cielo azul.

En esa soleada plaza, conviven desde la distancia multitud de distintos y curiosos personajes. Turistas sonrosados con sus batidos en mano bajo el sol; mendigos mutilados de pieles ajadas a la sombra; estudiantes de jovialidad absorta y tantos otros que ni siquiera se pueden clasificar. Pero, cada uno pasea por aquellos mismos adoquines sin reparar en quién camina a su lado y, mucho menos, sin regalar al mundo la más tímida sonrisa.

El incondicional chico de los periódicos anclado en la esquina de la plaza debe creer que los viandantes no se conocen; pero la impersonalidad es sólo una máscara, pues no hay que ser muy agudo para dar cuenta de que la mayoría de días nos cruzamos con la misma gente, que, en definitiva, constituye una parte de nuestra rutina.

Solemos caminar abstraídos, al paso de caras que dejan a uno indiferente. Solemos pensar que las sonrisas y el contacto son sólo para aquéllos que lo merecen. Incluso dejamos de evocar, desintencionadamente, cualquier sensación por creer que esa contribución no será apreciada.

Pero la sonrisa de quien la entrega sin más es la que destaca en la monocromía, y, en definitiva, la que aliña tu mañana.

Que tengas un gran día.